Imprimir libros, especialmente aquellos con ilustraciones en color,
resulta mucho más barato en China. Muchas editoriales imprimen sus
libros —las ediciones más caras y con mayor tirada— en el gigante
asiático. Esta tendencia viene motivada por el ahorro de costes, lo que
ha llevado a que muchas imprentas, como en España, México o Argentina,
cerraran o tuvieran que redimensionar sus plantillas. Sin embargo, las
situación podría cambiar de seguir endureciéndose los requisitos para
evitar la censura en China.
Según informa The Bookseller, las nuevas directrices de la
censura China han llevado a todos los funcionarios de Pekín a revisar
todos los libros que se están imprimiendo en el país. Entre otras cosas,
buscan mapas. Los censores chinos han adoptado una línea dura sobre
temas relacionados con Tíbet, Taiwan o la masacre de la plaza de
Tiananmen. Los procesos de aprobación se han endurecido aún más. Por
esta razón, la nueva fuente de conflicto son los mapas. Estas nuevas
directrices están provocando retrasos de hasta 8 meses en la producción
de los libros y, con ello, la edición de muchos libros se ha cancelado.
Hasta final de año, el contenido no se considerara comprometido era
revisado por funcionarios de los gobiernos locales; sin embargo, ahora,
cualquier publicación que contenga un mapa tiene que ser remitido a
Pekín para su aprobación a nivel estatal.
The Bookseller ha consultado a diversos trabajadores de
editoriales británicas y multinacionales que imprimen en China y ha
podido constatar la preocupación existente. «Nosotros imprimimos títulos
que hemos comercializado en China sin problemas durante años, como una
guía de senderismo en el Reino Unido. Ahora tienen que ser revisados por
el gobierno chino porque incluyen un mapa». Otro editor comentaba que
«ocho semanas es probablemente el peor retraso que hemos tenido. Algo
que puede ser realmente desastroso tanto por la manera en que publicamos
actualmente, como para poder contar con reimpresiones de los títulos».
El académico australiano Clive Hamilton ha publicado una lista de
palabras clave distribuida por una imprenta china entre sus clientes
australianos. Podemos comprobar cómo cualquier mención a figuras
políticas chinas, disidentes, o movimientos políticos, están totalmente
prohibidas. Además, rechazan trabajos sobre religión, sexo, política y,
por supuesto, mapas.